El falso sofisma o una crónica sobre el mono de pajaUn sofisma falso podría, o no, ser una verdad irredargüible; palabra que encierra en sí misma una recontradicción. A saber: Una alcuza no es, como podría considerar alguien que adolece de cierta ignorancia, una región de la España arcaica, o un palacio en ruinas de la vieja Granada; sino un artefacto accesorio del arte culinario. En el estante del lado sur de la cocina, en la puerta de más a la izquierda se guarda la alcuza de la mesa del comedor. Tiene cuatro compartimentos: El de la izquierda aloja la botellita del aceite, el de la derecha, la de vinagre, las otras dos, mas pequeñas e iguales en todo, reciben dos saleros; contra lo que se podría esperar: un salero y un pimentero. Al recoger y guardar, alguien, el menaje de mesa después de comer, abre la puerta izquierda del estante donde está la alcuza y la acomoda de manera de alojar el salero en la boca que lo enfrenta, dejando vacía la otra que alojaría el otro salero. De este modo es cierto que quién abre, luego, la puerta izquierda del estante sur de la cocina encontrará siempre el salero apuntando al norte, hacia él mismo. Tendrá, por lo tanto, que girar, siempre, media vuelta la alcuza para guardar el salero que le corresponde; el que quedará, de esta suerte, mirando al norte hacia quién abra la puerta. La conclusión es, así, sencilla y cierta: La sal siempre apunta al norte y enfrenta a quien la requiere. Lo anterior es, desde luego, un sofisma. No obstante que sea un sofisma del todo falso, lo que resulta, entonces, absolutamente contradictorio ya éste es en sí mismo un artilugio falso. Mas que nada en política contingente, pero en casi cualquier debate, esta cuestión resulta ser una poderosa herramienta retórica, la que se ha dado en llamar, en los lugares de uso más frecuentes, como en foros o asambleas, un Mono de Paja. Éste opera del modo siguiente: El orador toma el argumento del adversario y lo envuelve en un sofisma tal como el del salero, que siendo irrefutable en el ambiente práctico por su complejidad agregada, es extremadamente débil por absurdo. Entonces, siendo el nudo argumental el concepto sostenido por el adversario, el orador lo destruye con fruición, resultando en apariencia, al menos, triunfador en el debate. En los antiguos campos agrícolas y en algunos sectores rurales en retardo, se ha utilizado como protección de los sembrados lo que se conoce como un espantapájaros, o espantajo y monigote o pelele. Consiste en fabricar con la paja excedente de la cosecha una figura de apariencia humana a la que se viste con ropajes viejos, se le clava en un palo o cruz de ese material, en medio de la siembra de manera de aparentar que se trate del labriego con los brazos abiertos en actitud de espanto de las aves rapaces. Su uso persistente en el tiempo y el resultado benéfico en la labor rural de gente rústica ha convertido a este engendro en un arquetipo. De ahí nacen distintas aplicaciones del concepto, tales como el equeco, que es un muñeco que se construye de material rústico como arcilla, adobe, paja u otro y se le cuelga sacos de abundancia cosechada, anhelos y deseos que resultarían del efecto mágico de su figura. En medios algo más cultos, como los salones de debate político o las salas universitarias de asambleas, el arquetipo deriva en denominar al deconstructor del argumento adversario, antes descrito, como un Mono de Paja, que se levanta para demostrar la falsedad intrínseca del argumento del otro, aún cuando su efecto sea la esperanza de quien lo recibe. Sin dejar de reconocer el valor argumental de lo descrito para explicar qué es, en los ambientes reputados cultos, un Mono de Paja, será necesario advertir que todo el desarrollo de la crónica presente, está basada en sofismas productos del abuso de situaciones e ideas convenientes a la finalidad buscada, lo que en definitiva es una construcción cuyo material resulta análogo a la paja y otros elementos rústicos, así como su método también se parece a la simulación que resulta en dar vida a un aparato que sólo representa lo que no es. Por lo tanto sería apropiado reconocer que toda esta crónica es sólo un falso sofisma o lo que es lo mismo: Un Mono de Paja. |
Kepa Uriberri |