Para escribir uno se desnuda y debe, entonces, comenzar por perder el pudor. En mi caso nunca tuve demasiado, pero debí defender el de otros: "¡Cómo dices esas cosas!. ¿Que van a pensar de nosotros?" me dijo. Así fue que para escribir sin pudor, con libertad, debí esconderme como los primeros hombres, desnudos en su paraíso y me oculté tras un nombre.
Hay veces que me han pedido hacer una pequeña reseña biográfica. Hacerlo es como la voz que llamó al hombre y su mujer que se habían ocultado en aquel paraíso: "¿Dónde estás? ¿Quién eres? ¿Qué has hecho que te ocultas?". ¡Qué sencillo!, ¡Qué difícil!. Me pregunto entonces: ¿Quién soy? y no sé responder. Me piden una biografía y no la tengo: Éste que escribe no soy yo mismo, mi nombre es otro y vivo en otro universo. Para trazar estas letras, para enlazarlas en extrañas ideas, me escondí detrás de un nombre. Hoy, a veces, me sorprendo cuando soy más este nombre que yo mismo.
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